Grupo de herederos del grabado
Por Alberto Arceo Escalante
Lunes, 23 de marzo de 2015 - Edición impresa
Calle Estampa montó un dispositivo efÃmero para reproducir, ofrecer imágenes e integrar al público transeúnte al proceso del grabado por medio de ejercicios participativos. Pareció discordante al sentido comercial, sin embargo, aquella corrosiva inocencia para la historia del grupo significó un amague señero. Meses más tarde, los propios diseños y los que la gente realizó conformaron una intervención sobre la fachada de la galerÃa “Laboratorio, arte actual”.
Desde 2012 el grupo ha desarrollado diversos proyectos conjuntos en torno al grabado y ha establecido, recientemente, un taller propio que funge intermitentemente como galerÃa o espacio de actividades culturales.
GenealogÃa
Calle Estampa asume no sólo el pasado sino la carga de denuncia delegada históricamente a la reproductibilidad de la imagen. Salvador Baeza y Lizardo Chijona, ambos profesores suyos alguna vez, fueron influencias determinantes en los albores de Calle Estampa, asà como también Enrique Miralles Tartabull “Tente”, quien llegó de Cuba a Mérida para impartirles un taller de grabado en la Uady y sembrar la semilla del proyecto.
Es claro el eco satÃrico y el desplante polÃtico de Chijona y Baeza en el grabado de Calle Estampa en piezas colectivas como en “Métodos para la separación de miedos” (2014) y “Devocionario” (2014).
¿Será un error querer trazar una endeble lÃnea de Picheta hasta las imágenes de Lizardo Chijona y Salvador Baeza, o, incluso, hasta los grabados de Calle Estampa? Es un intento excesivo, pero como hipótesis preliminar servirÃa para realizar necesarios atrevimientos en el ejercicio de escribir una historia del arte regional.
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